"El Amor"

Por Francisco Colunga P.

1/16/20254 min read

                                                                                                          Por Francisco Colunga P.

El amor está en el centro de nuestras acciones, permanentemente buscamos darlo y obtenerlo, retirarlo o acrecentarlo. Eric Fromm nos brinda un buen horizonte de cómo pensarlo en su libro “El arte de amar”, desglosa una buena clasificación, aunque sea artificial, de los tipos de amor (amor a sí mismo, amar a Dios, amor fraterno, amor materno y amor erótico), Platón en el banquete coincidiría con el orden anterior. La idea de entender el amor como un arte nos invita a pensarlo como algo en evolución, se requiere desarrollo, perfeccionarse, un esfuerzo y práctica. En el amar y en el ser amado está el deleite de la vida, no hay vida sin amor. Cada uno de nosotros va sorteando esto que es un sentimiento, una energía, postura y un deseo. Por las condiciones en las que crecemos y lo que nos fue dado tenemos cierta facilidad, o no, para acceder a ciertos tipos de amor. Siento que cada hombre encuentra alguna esfera del amor que se le dificulta, en la que se siente torpe, con una sensación de que por más que se esfuerza no alcanza, sin logros, imposibilitados de esa gloria.

A nosotros los terapeutas se nos dice que nuestros pacientes llegan al consultorio al tener un conflicto con el amor, el camino a la salud está en revisar sus formas de amar, las ideas sobre lo que es amar y lo principal, brindarles amor, mucho; no un amor cariñoso, ni erótico, pero si en una forma pura de aceptación, falta de juicio, disposición a la escucha, entendimiento, comprensión, empatía. Y es que no hay quien se salve de las heridas del amor, a veces por recibir mucho nos atrofian, otras al no dárnoslo nos dejan sin sentirnos valiosos, con frecuencia demandamos más amor sin ver el que ya se nos ha dado. El amor enferma por su exceso o falta.

Si un tema me ha ocupado tiempo reflexionarlo es el amor en pareja. Creo que desde pequeños se nos configura un paradigma de lo que es amar en binomio, insertando en nosotros ideas como las de incondicionalidad, lealtad, unión y todo lo que podamos imaginar, como dice mi amigo Mauricio, nuestra sociedad es todavía romántica; y es cierto, yo he sido, y soy un romántico del amor, lo he idealizado, me ha costado resignarme a que la fidelidad tiene límites, que nadie es incondicional y que detrás de las personas que me aman se ocultan intereses propios, que la experiencia de fusión permanente con la mujer es inalcanzable, que la melodía de estar enamorado siempre tiene un final, que el ritmo de caminar en pareja se ve interrumpido a diario. Ese es el bemol de lo ideal, frustra y deja en un permanente estado de insatisfacción, lo que se quiere esta muy lejos de una realidad que coteja y coteja que eso que anhelamos no se conseguirá. Imposible no experimentar tristeza al romper con las ideas del príncipe azul o del hilo rojo que une a dos personas aún en la distancia, acabar con el cuento del amor eterno e inolvidable y darse cuenta de que al final la pareja que amamos es un objeto sobre el que arrojamos fantasías propias, que lo mismo pudo ser ella que otra, esta o aquella, que dan igual sus características e historia, elegimos amar poseídos por algo en nosotros que despertó e impulsó a entrar en este juego. Nos vinculamos y es auténtico el cariño y cuidado por el otro, pero ese otro pudo ser cualquiera. ¡Patético! ¿no?, melancólica la idea, una verdad que muchos no desean mirar.

Tantas veces amamos en la vida, tantas personas pasan a ser historia, morimos cantidad de ocasiones en los recuerdos de esas mujeres, lugares que son ocupados por otros, afectos que cambiaron de lugar, del ser todo a la indiferencia, el tiempo de configurar nuestros días juntos ya fue, pasar y pasar de bocas, rozar y acariciar cuerpos, promesas sin cumplir, planes sin lograr, rotación e intercambio, vaivenes. Y la historia sigue repitiéndose hasta que un día uno se estaciona, uno detiene su andar para permanecer junto a ella. ¿Y quién sabe? ¿Quién sabe si será la última? ¿O este párrafo se repetirá?

Lo anterior deja un poco desanimado a cualquiera y muy cauteloso de cuando y con quien entrar al juego mencionado; pero vale la pena, es ya bien conocido que el que no ama termina por enfermar, amar es todo menos nuestra elección, es una fuerza que late dentro de cada individuo y que ordena por nosotros. El amor tiene su propio apetito y dirección, somos sus vasallos cuando se orienta a elegir, toma decisiones y nos sorprende, ataca en momentos inesperados, despierta cuando pensamos que estaba dormido. De un momento a otro ya nos tiene en ese lugar…

Queriendo y sintiéndonos queridos…

Bienvenido el instante en que ocurra este inminente ataque furtivo, pero, que se ame sin la necesidad de calmar la sed, enamorémonos dejando aún lado a esas relaciones muertas, me vinculo sin entregarte todo y pidiéndote lo mismo, si me vas a querer observa antes mi sombra y defectos, generemos acuerdos sobre todo en tres campos: sexualidad, dinero, cuidado mutuo. No alcancemos la unión por el miedo a perdernos, a sentirnos solos, el que dirán si nos alejamos, temor a empezar de nuevo. Permanezcamos abrazados sin atarnos. Tengamos presente que estar juntos no es garantía y que la posibilidad de separarnos siempre punzara, así que conquistémonos con recurrencia, renovemos nuestro lazo cada primavera. Te pido que te conduzcas con verdad, que la pareja sea tu prioridad.

Amor te estaré esperando, amando ya estoy.